viernes, 22 de julio de 2011

Volví a salir con Néon

Esta vez, al cine, elegí la película, llegamos temprano, matamos el tiempo ojeando música en la tienda contínua. Nos fuimos, que agradable sensación nos dejó “Sobre mi cadáver”, luego tomamos un café, y finalmente me fue a dejar, pero antes de bajar de su auto algo lo cambió todo, me extendió el album de Bunbury, que atenta pero silenciosamente yo miraba horas atrás.

¿Cuándo lo compraste? -pregunté-,
seguido de un: ¿Y por qué?
Cuando fui por el té, a mitad de función,
Por volver a verte sonreír –respondió-.

Me lo pensé, sentí que no debía y lo rechacé, conversamos, insistió, vi la buena intención en sus generosos ojos y terminé aceptándolo.

Creí que debía pasar algo grande para sorprenderme, para emocionarme, para llegarme, pero que sorpresa, todavía puedo disfrutar de las pequeñas cosas. Quien diría que la alegría me llegara en forma de cd, desde entonces no lo he dejado, que feliz me hace oírlo, y más, quien diría que la felicidad me la trajera Neón.

Escrito en Quito, cuando esta peli estaba en cartelera y todavía funcionaban los Supercines, en el 2009.

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