jueves, 21 de mayo de 2020

Tía Teresita

Creo que mi papá nunca superó tu partida, te mencionó durante toda su vida. Escuché de tu piel  blanca de porcelana, de tus mejillas rosas y de tu bondad siempre. Mi papá decía que me parecía mucho a ti, no solo en el físico sino en muchos gestos, a veces me miraba y sonreía y me contaba que había acabado de hacer un gesto tuyo. Yo te amé y te sigo amando, fue corto el tiempo que te tuve en mi vida pero tu recuerdo me ha acompañado todos estos años, mi hermano también te quiere y te lleva en su corazón. Mi mamá a menudo nos cuenta lo buena que eras con nosotros, lo generosa, lo detallista. Sabes, yo tengo el libro que mi abuelita te regaló cuando cumpliste doce años, María de Jorge Isaac, aún puede leerse claramente la dedicatoria tan bonita que te escribió tu mamá, con esa letra elaborada, tan elegante, tan de mi abuelita.

Mis hermanos y yo hemos soñado contigo algunas veces, ojalá donde te encuentres estés con mi papá, ojalá jueguen juntos como cuando eran niños en el patio de su casa.

Cuando era pequeña, dormía en tu habitación, esa habitación siempre soleada, con ventanas cuadradas pequeñitas que daba al patio interior, sabes cuando había cosecha, almacenaban la fruta que traían de Balsapamba en tu alcoba, así el olor de tu cuarto para mi, siempre fue a naranja.

Debes saber que hoy soy tía, y he tratado de seguir tu ejemplo, de ser una tía buena que abraza mucho  a sus sobrinas y que espera llenarlas de amor en lo que me quede de vida, así como lo fuiste tu con nosotros. Nunca te lo he dicho, gracias.

Teresita, si estás con tu hermano, cuídalo por favor como la hermana mayor protectora que siempre fuiste.

Los quiero y los extraño,

Madeleine.




No hay comentarios:

Publicar un comentario