Que bonito pertenecer a esta familia, pensar que cada uno de nosotros, somos la hojita de la rama del tronco, del árbol de la vida del bosque genealógico. Somos parte de algo mucho más grande. Por dentro corre en nuestras venas: la genética, los comportamientos, la cultura. Toda la familia, el clan que nos trajo hasta aquí, y después la tribu que nos adoptó.
Y cómo no querer y creer en la familia Ortiz,
si es la fe lo que mueve a sus miembros ¿cierto Melita?, si su deseo de seguir
y luchar, incluso ante una pérdida irreparable, es imparable como el Gringuito,
Mogui, Nathy, los Ortiz Van Hecke y los Vallejo…
Si tiene mujeres capaces de trazarse un sueño,
esforzarse y cumplirlo como Domi, sin importar la edad, con hombres llenos de
coraje y valentía y pasión, que la luchan para sacar adelante a sus familias y
disfrutan del mundo tuerca como ellos solos, con mujeres amorosas y las mejores
madres como todas las Ortiz y con niños que quieren conquistar al mundo. No
importa si no nos vemos con frecuencia, siempre estamos el uno para el otro.
Madeleine
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