martes, 3 de diciembre de 2013

Juan sin lágrimas


Esta es la historia de un muchacho como todos, y distinto.
 
Se llama Juan, y todos lo describirían como un joven flaco, inclusive los ladrones al momento de robarle “entréganos todo flaco”. Tiene ojos grandes y unos hombros como ganchos para colgar ropa; yo lo describiría como un chico con suerte, afortunado en el amor.

Por fuera, luce siempre fresco con sus camisetas cholo machine y por dentro es sumamente controlado.
 
Juan siempre peinado, siempre engelado, se muestra a la vida confiado, camina altivo, y es callado y siempre calmado, excepto cuando maneja y aunque es orgulloso, tiene un hermosísimo corazón.
 
Y Juan no puede llorar… es autoinmune a exteriorizar su tristeza o su felicidad, eso pensaba él, enojado consigo mismo por no poder desahogarse, ni siquiera en casos extremos de alegría como el nacimiento de su bebita o de muchisima pena cuando su abuelo partio, pero la mañana de hoy, el día que me deja ir, al despedirse, se abrazó a mi tan fuerte como pudo y lloró. Lloró desconsoladamente como un chiquillo y después al verse llorando, sonrió tristemente, y me agradeció, “por haberle devuelto sus lágrimas”… bese sus mejillas y llego el silencio... momento ambiguo y triste sin duda…
 
Inicia el año para todos y una etapa se acaba para Juan.
Me tomo la tarde para pensar… y concluyo:
 
Hoy, a Juan la vida le sonríe, yo sonrío al pensarlo feliz, lo tiene todo, todo lo que siempre anheló, lástima que en esa lista, no estuviera yo.
 
Celeste.
 
Escrito en febrero de 2012, el día en que Juan lloró.

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