lunes, 1 de abril de 2013

Los miedos y el tiempo



Cuando era pequeña tenía miedo a que mi papi me pegara, al payaso que me miraba desde la cómoda antes de dormirme y a las sombras que los demás juguetes hacían en la pared de mi cama, en la adolescencia a fallarles a mis papás y ya de adulta a no graduarme con honores de la universidad. 
Crecí y los miedos cambiaron, hace ocho años le temía a que me despidieran  y a que Azul me dejara. Hoy los miedos son distintos, me atemoriza pensar que mis papás se me vayan, que no me case y no sea mamá…
Y hay cosas que no han cambiado, todavía le temo a los ratones, a las inyecciones y a los números.
Y a la larga todos mis miedos se hicieron realidad, todo a lo que le temía sucedió.

Creo que los miedos tienen edad y por esto cada vez los monstros se vuelven más reales. Antes, bastaba  con dormir en la cama de mis papás para que las sombras desaparecieran, con portarme bien para que mis papás ya se sintieran orgullosos, pero ya nada de eso funciona para los miedos de hoy, me gustaría seguir temiéndole a las caretas de fin de año y no a la soledad, a no ganarme el premio por las malas notas de fin de año que a engordar, y a no volverme a enamorar que a volverme a equivocar.