jueves, 12 de julio de 2012

Nuestra casa



Desperté esta madrugada llorando, soñé que demolían mi casa, la de la infancia, que dolor, soñé que de nuestra morada no quedaba nada.

Cerré mis ojos y pude verla con total nitidez. No aguanté, esperé a que amaneciera y me fui a verla, internamente creo que me había prohibido volver allí, creo que me protegía de volver a sentir muchas cosas, mi infancia, mi adolescencia, que nostalgia...

Eran las 08h00 y ya estaba frente a ella, tan bella, hace tanto que no volvía... y ahí estaba, grande, con sus ventanales enormes y su árbol de al frente como decorando la entrada.

Lástima la puerta de ingreso hoy parece blindada y apenas pude ver el interior de la casa por una rendija, tal cual lo recordaba. Las gradas para subir a nuestro hogar, las conté, han sido 32, pero no se por qué esta vez me parecieron menos anchas y empinadas. Me dio gusto ver que el mármol original se conserva exacto, como guardando nuestros pasos. Tengo algunos recuerdos importantes ahí, como haber estado en ellas estudiando para un examen cuando tenía doce años, recuerdo hasta lo que traía puesto, un vestido de flores, fue un 14 de diciembre ,era el medio día cuando mi papi llegó, me encontró sentada y me dio la noticia de que mi abuelita nos dejaba, recuerdo claramente el viento helado en mi cara y su mirada... Pero tengo otro recuerdo, no triste, eran ahí nuestros imaginables ingresos triunfales a nuestras fiestas de 15, las de las amigas del barrio, la de mi hermana y la mía, cuando tendríamos el cabello largo, en ese memento representado con una toalla...

El garaje lucía también menos profundo y ancho y muy vacío sin ti Katty que nos acompañó por años, seguro debe estar en el cielo de los animales. Al fondo vi una bici rosa, la mía era roja, me alegró saber que hoy otra niña crece en tan lindo lugar. El patio... era centro de operaciones de mi hermano y mío,
él hacía pistas de autos con tierra y yo lindas rayuelas con ladrillo.

Que sorpresa el jardín ya no es jardín y del columpio de hierro y las flores moradas no queda nada y donde tuvo lugar mis juegos de infancia hoy es un gimnasio. Pasó lo mismo con el balcón ahora avancé de la sala. Esto y un par de cosas nuevas y la casa sigue igual, grande, cálida y hermosa, hoy adornada con un frondoso árbol.

No pude ver nada más, tal vez mejor...

La casa de la Y, la de la infancia, nos mudamos hace tanto y al estar frente a ella la seguí sintiendo nuestra casa.